Cuando las luces se apagan, el cine prende luces que son señales, signos, marcas para tratar de ver mejor y más lejos. En estos días en salas de Buenos Aires coinciden dos filmes, “La Feliz” y “¿Quién mató a mi hermano?”, que hacen foco en la violencia institucional y en el histórico rol del Estado en esa lógica.

Mientras “La Feliz”, de Valentín Javier Diment, se ubica en Mar del Plata para ligar el tránsito de la Concentración Nacional Universitaria como corriente política y brazo paraestatal que revive al calor de los actuales tiempos políticos, en “¿Quién mató a mi hermano?” los cineastas Ana Fraile y Lucas Scavino retratan la lucha de familiares y amigos de Luciano Arruga por sostener la denuncia de esa desaparición y crimen estatal en democracia.

Ambas películas nos inspiran y nos ayudan a ponerle imágenes a estas ideas que hace 91 martes sostenemos en las noches de los martes por La Tribu al documentar las prácticas estatales y sus modos de ejercer la violencia más allá del sistema que gestione.

¿Qué mecanismos criminales se sostienen desde el Estado aunque se trate de períodos democráticos o dictatoriales? ¿De qué modos nos organizamos para no quedar a merced de ese aparato al servicio del capital? ¿Por qué si el Estado es una maquinaria semejante que también ha mostrado sus garras en el siglo pasado en el llamado campo socialista sigue siendo considerado un espacio a conquistar políticamente?

Esta velada en Después de la Deriva nos preparamos para tratar de responder esas inquietudes valiéndonos de esos aportes artísticos y militantes que nos ayuden a pensar y a hacer ese futuro que nos resulta cada vez más imperioso.
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