nota: por fallas técnicas, este audio no tiene la calidad habitual y termina unos instantes antes del cierre del programa.

Empujados por el calendario y la superposición de fechas, se nos ocurrió pensar que el golpe militar contra Salvador Allende en Chile en 1973 y el atentado que derribó las torres gemelas en Estados Unidos en 2001 estaban unidos por lo que Silvio Rodríguez cantó como “un odio semejante” y pensamos en dos de las caras del terrorismo.

Pero yendo más allá de la efeméride, encontramos que el del terrorismo es un traje que se le puede calzar casi a cualquier situación y semejante utilitarismo nos puso en alerta.

Acá nomás oteando los diarios los voceros oficiosos agitan el fantasma mapuche mientras las viudas del 49% lo invocan para referir a Santiago Maldonado y a la responsabilidad estatal frente esta desaparición, quizás para disimular las tantas otras veces en que miraron para otro lado.

Por otro lado, el mundo occidental se resquebraja frente a ataques suicidas que generan dos efectos tan desgraciados como ilusorios: Que a cualquiera le puede pasar y que son capaces de generar un consenso automático capaz de unir contra el mal.

Si el terrorismo supo ser la característica política de una acción, hoy opera como un sustantivo que parece disponible a ser llenado con contenidos de ocasión que, en definitiva, siempre acaban teniendo el efecto de saludar el sistema democrático y su lógica capitalista.

¿O es que acaso las sociedades modernas no hemos asimilado que las grandes potencias buscan instaurar la democracia apelando a métodos terroristas? ¿O no vemos que las invasiones y las guerras forman parte del paquete que tiene al sistema democrático como finalidad?

Por eso, prendemos la mecha del interrogante para preguntarnos ¿Tiene sentido político oponer al Estado democrático el Estado terrorista? ¿O burlamos los matices y sostenemos que todo Estado es terrorista?

Éstas y otras inquietudes sacudirán las nociones confortables y bienpensantes de esta vigésima medianoche en la deriva donde haremos lo imposible porque un puñado de ideas vivas le ganen la partida al miedo paralizante.

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