A 45 años del asalto al poder por medio de un golpe cívico-militar que cambió la geografía social y política de la Argentina, en Después de la Deriva postulamos que aquella asonada no solamente marcó un quiebre en la estructura del país sino que sus determinaciones y efectos llegan hasta hoy, más allá de las notables diferencias formales entre dictadura e institucionalidad democrática.

Detrás de la efeméride complaciente y de la apropiación gubernamental del aniversario, esta noche desde los parlantes de La Tribu queremos hacer memoria no solamente para honrar a los caídos en lucha por una sociedad distinta o para denunciar los alcances de un genocidio brutal, sino para atrevernos a marcar que los lineamientos organizativos y económicos plantados por las juntas militares y el poder concentrado de entonces, proyecta su larga sombra hasta nuestros días.

Y aunque se quiera maquillar el asunto con feriado y actividades de corrección ciudadana, los mismos que pintan los calendarios son los que fijan las agendas de arriba que en sus espíritus y búsquedas no difieren demasiado de las puestas a rodar por Videla, Massera, Martínez de Hoz y otras mierdas de la misma runfla.

Para poder hacer ese correlato incómodo pero absolutamente imprescindible, precisamos de una voz lúcida, compañera y militante como la del escritor e intelectual Miguel Mazzeo quien traza los puentes por los que caminan las decisiones y los alcances de unas medidas criminales y empobrecedoras de lo material y de lo simbólico de quienes habitamos esta porción de territorio al sur de América.

Se trata de un nuevo viaje al pasado cargado de presente buscando los ecos de aquello que fue tragedia y que se ha seguido repitiendo como farsa, como mera gestión del capital, como una dramática mansedumbre a lo posible. Capaz de rebelarnos a ese molde y sus señas queremos interpelarlo fuertemente para desde allí mostrar lo imperioso de construir otras formas de sabernos vivos, de interrumpir lo dado, de combatir por la emancipación.

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