Qué sigue cuando se (nos) dice que todo se ha detenido. Qué sigue como antes, qué se intensificó, qué se resignificó.

Hacer una lista exhaustiva carece de sentido, inevitablemente la mirada se deposita más en algunos asuntos más que en otros.

Los negocios de las grandes multinacionales encuentran la reproducción de siempre, farmacéuticas, empresas biotecnológicas, mineras, financieras, grandes inmobiliarias. Siempre siguen, aunque han llevado al paroxismo aquello de que cada crisis es una oportunidad, su oportunidad.

Las instituciones represivas que ocupan hoy los espacios públicos entre permisos y felicitaciones, continúan sus prácticas, con frases acerca del cuidado a aquellas que nunca tuvieron al cuidado como objetivo.

Las diferentes formas de contaminación de los modos de vivir, respirar y comer, señaladas como uno de los causales de la expansión acelerada de la pandemia, no han encontrado pausas en este contexto. Por el contrario lo único que hacen es el ofrecimiento cotidiano de que el barbijo se haga bozal.

Y también los femicidios han permanecido, inalterables y acaso como modos de mostrar su carácter más pesadillesco: quedate en casa, que ahí vas a estar bien.

Pero la normalidad anormal no sólo es la que continúa. El escenario global, regional y local ha puesto más que nunca en relieve lo necesario de aquello necesario: modos de organizarse para que la comida, la salud, el agua no sean sólo banderas sino prácticas fundamentales de nuestro vivir. Cómo detener lo que sostiene al ciclo vital

En este programa de Después de la Deriva tampoco nos detenemos y nos preguntamos qué es lo que sigue y bajo que formas sigue. Va entonces este episodio número 143 como modo de pensar, sentir, explorar los latidos que no conocen de pausas.

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