¿Qué vemos cuando vemos y qué permanece oculto?

La pregunta así planteada es muy general y puede aplicarse a cada una de nuestras experiencias.

Pero cuando esa experiencia se escapa de lo singular y se vuelve colectiva, cuando se hace vida y comunidad, cuando incide en cómo nos vinculamos con los territorios y qué alcances tiene en nuestra reflexión política, la pregunta acerca de lo visible y lo oculto se vuelve fundamental.

El modo industrial en el que se configuró el agro en Argentina es tanto un ejemplo como un motor fundamental acerca de lo que se muestra y lo que se oculta.

Un modelo agroindustrial que ha digitado en gran medida qué comemos, qué respiramos, dónde y cómo vivimos, pero que sin embargo ha logrado no poner en juego a todos esos elementos.

Un ejemplo claro de ese decir y no decir.

Nos hemos acostumbrado a tapas de periódicos que titulan triunfantes la producción de un montón de toneladas de granos. Se nos propone que seamos meros receptores de esas noticias, sin saber qué significa eso, y vivirlas de manera triunfante sin saber qué ocultan.

El modelo agroindustrial se ha presentado como una tarea que beneficia en mayor o menor medida a todos y a todas, que nos ratifica como supuesto granero del mundo, que da la posibilidad de trabajo aún en un contexto de desocupación creciente y que garantiza el bienestar ambiental si son cumplidas las denominadas buenas prácticas.

Sin embargo, debajo de la alfombra aparecen las oscuridades y la mugre que se evita siquiera mencionar. Trabajadores expulsados de sus tierras o mal pagos, territorios en los que se naturaliza la muerte gradual o la abrupta, maneras de aportar a escenarios de desnutrición o subnutrición, ambientes arrasados que sólo conocen un presente explotado, dependencias crecientes, controles intensos, lógicas empresariales extendidas.

Es cierto que la mera visibilización no implica ni la solución de los problemas ni tampoco la disminución de las angustias. Sin embargo, su reconocimiento sí significa una primera instancia política y colectiva para revertir, imaginar y avanzar hacia alternativas.

En este programa número 124 de Después de la Deriva nos meteremos en aquellos aspectos que no suelen ser visibilizados del denominado modelo agroindustrial. Elementos que no sólo no aparecen en las portadas de los grandes medios de comunicación, sino que incluso han logrado permanecer invisibles en las percepciones de los pobladores urbanos y rurales, como así también de muchas organizaciones sociales y movimientos territoriales.

Hoy en La Tribu suspenderemos por un momento tantas toneladas producidas, para ver qué es lo que hay detrás de tanto ruido y de tanta publicidad y trataremos de afilar el ojo y los demás sentidos para agitar la denuncia, cuestionar el modelo e imaginar otros modos de habitar este tiempo.

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